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La Unión Monetaria Latina



Gracias a Laureano Figuerola, Ministro de Hacienda en el Gobierno provisional que había surgido tras el derrocamiento de Isabel II, se creó la peseta como unidad monetaria del país. Las razones de unir la recién creada moneda a la Unión Monetaria Latina (UML) era ofrecer una imagen de modernidad, mantener las buenas relaciones del momento con Francia y la facilidad que ofrecía para un Estado con escasos recursos poder acuñar simultáneamente en dos metales. Este Tratado internacional, sin embargo, trajo bastantes problemas para nuestra moneda.


En 1865, Francia, Bélgica, Italia y Suiza habían firmado un acuerdo en el que se comprometían a amoldar sus divisas nacionales a un estándar bimetálico oro/plata en un ratio 1: 15.5 (1g oro: 49.8217g plata), tomando como igualdad 1:1 las unidades monetarias de cada nación y permitiendo la libre circulación. Esta paridad se tomó teniendo como referencia el franco francés y su sistema decimal, el cual había sido, a su vez, copiado en 1795 de los Estados Unidos de América. Muchos países se fueron uniendo sucesivamente a la UML, aunque potencias como Reino Unido o EEUU nunca se adscribieron a la UML; el primero debido a la necesidad de reducir el contenido en oro en menos de un 1% en 1 libra esterlina para igualarla a 25 francos y el segundo, aunque lo intentó de forma oficial, de facto ya presentaba una paridad dado que 1$ eran 5 francos. Otros países, como Rusia, Finlandia o el Imperio Austro-Húngaro se unieron al sistema y adoptaron medidas, leyes y peso, aunque la equivalencia entre las unidades nunca fue en una relación 1: 1 al no modificar valores tradicionales al sistema decimal y sus monedas no circulaban libremente por todos los territorios de la UML:




Adolfo en esta entrada enumera de forma magnífica algunas de las ventajas que supuso esta medida en el comercio, al menos durante el inicio aunque yo personalmente creo que el sistema trajo más inconvenientes que ventajas, desde el inicio mismo de la adscripción a la UML hubo que bregar con la constante devaluación de la plata frente al oro, con la ganancia que suponía mantener fijo  el tipo de cambio plata/oro, muy aprovechado por los comerciantes germanos. Por si este problema fuera poco, los Estados Pontificios del Vaticano tomaron la decisión unilateral de reducir el contenido en plata de sus monedas al 800‰, que luego eran intercambiadas en otros países que las habían acuñado correctamente en beneficio de las arcas de la Santa Sede. Francia y Suiza, por ser las economías más fuertes, fueron acumulando dentro sus fronteras las monedas de oro. El sistema estaba amenazado por colapsarse y no habían pasado ni diez años hasta que, en 1873 se decidió establecer el patrón oro únicamente.

Sin embargo muchas acuñaciones siguieron su curso manteniendo los patrones que la UML había establecido, hasta que en 1927 se abolió formalmente. España, por ejemplo, siguió acuñando moneda con especificación de la UML hasta 1926, con los 50 céntimos de Alfonso XIII en plata 835‰.




Siempre tuve la idea de que nuestra peseta era una moneda muy devaluada, y ciertamente lo fue pero no tanto como la tenemos en el imaginario popular; en 1876 España unió su moneda al Patrón Oro, que mantuvo hasta 1883, último año en que fue posible realizar esta convertibilidad. Durante la crisis del 98 con la guerra de Cuba la cotización de la peseta en el mercado cayó por algunos meses, para después restablecerse; sin embargo, el haber sido un país neutral durante la I Guerra Mundial le otorgó a la peseta un valor de refugio para el resto de países europeos, los cuales, aunque en teoría seguían ligados al Patrón Oro, habían emitido tal cantidad de papel moneda para financiar la guerra que ya no había garantía alguna de intercambio por el metal noble. 

Por culpa de la inflación en la Guerra Civil y el aislamiento internacional que sufrió el país durante los primeros años del Franquismo, la cotización de la peseta quedó fuera del mercado internacional; dentro del país la propia moneda estaba muy sobrevalorada (10.95pts=1$), existiendo además múltiples tipos de cambio según la divisa a tratar en un sistema nada cómodo. La reapertura al mercado en 1959 llevó a una regularización que más o menos se mantuvo hasta 1999, año en que se realizó la integración con el euro a un tipo de cambio de 166.386pts.



Podría parecer que nuestra “lenteja” se quedó en nada, pero si la comparamos con las monedas fuertes de los tiempos de la UML veremos que en el año 2002 por una peseta se habían de cambiar pagar 3,9424 francos (de los comparables, es decir de los francos viejos cuyo valor se multiplicó nominalmente por 100) y 11,6372 liras italianas. Nada mal, ¿verdad?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Excelente entrada, como todas!!

Y muchas gracias por el enlace.
Rubén López-Cortés ha dicho que…
Muchas gracias Adolfo!

El enlace... al maestro lo que es del maestro.
Anónimo ha dicho que…
Una entrada con bastantes datos,me ha gustado.Si no mal recuerdo,uno de los motivos que influyó en la creación de la peseta como unidad monetaria nacional sería intentar reducir la gran cantidad de monedas que circulaba en ese momento.Saludos Veradia.
Rubén López-Cortés ha dicho que…
Ciertamente, pienso igual, entre maravedís, reales, escudos y demás fraccionario no quiero ni imaginar las dificultades de hacer los cambios monetarios en la época, tanto fuera de las fronteras como fuera. Eso fue una de las ventajas de la UML.

Saludos

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