La aparición de una nao nos hace irremediablemente pensar en la época de los grandes descubrimientos, en el tiempo en que España y Portugal se habían repartido el mundo entre ellos y cuando los barcos ibéricos surcaban los mares continuamente, abriendo el comercio de especias y productos exóticos, además de la búsqueda de metales preciosos para importar a las metrópolis. La figura de Fernao se sitúa en esta época y sus innumerables viajes han sido homenajeados como soportes, en forma de olas, para el barco. En 1537 llegó a las tierras de India en busca de sus hermanos, siendo capturado por los otomanos y vendido como esclavo hasta que fue rescatado por sus compatriotas. Lejos de arredrarse después de esta mala experiencia, se enroló en la que se ha considerado la primera expedición a Japón, donde arribó en 1543. Malaca, Birmania, Molucas, Camboya, Sión o China son muchas de las tierras que visitó, algunas de ellas formando parte de la Compañía de Jesús, la cual acabó abandonando desencantado por el comportamiento de compañeros de la orden.
A su regreso a Portugal intentó, sin éxito, recibir una merecida recompensa por toda una vida dedicada a su patria, se afincó en Almada, próxima a Lisboa, y se dedicó a escribir su obra más famosa, Peregrinaçao, agriamente censurada por la Inquisición (que había llegado a Portugal durante su brevísima unión con el reino de España bajo la figura de Felipe II), especialmente en los capítulos y sucesos referentes a las duras críticas vertidas hacia la orden eclesiástica en la que Fernao había estado. Finalmente la obra fue publicada 31 años después de su muerte y, a pesar de haber quedado obsoleta y que había sido ampliamente “corregida” resultó ser todo un éxito para la época.
"Peregrinaçam de Fernam Mendez Pinto em que da conta de muytas e muyto estranhas cousas que vio & ouvio no reyno da China, no da Tartaria, no de Sornau, que vulgarmente se chama de Sião, no de Calaminhan, no do Pegù, no de Martauão, & em outros muytos reynos & senhorios das partes Orientais, de que nestas nossas do Occidente ha muyto pouca ou nenhua noticia. E também da conta de muytos casos particulares que acontecerão assi a elle como a outras muytas pessoas. E no fim della trata brevemente de alguas cousas, & da morte do Santo Padre Francisco Xavier, unica luz & resplandor daquellas partes do Oriente, & reitor nellas universal da Companhia de Iesus”
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