En la entrada de hoy me gustaría hablar de los famosos paquillos, las 100 pesetas de plata que mandó acuñar Franco en 1966. No voy a comentarla desde un punto de vista numismático, pues sobre palos rectos, curvos y demás variantes de fechas en las estrellas Adolfo ha realizado en esta entrada una perfecta exposición de todas las variantes conocidas, incluyendo una nota en la que le han dado a conocer que el 9 del palo recto tiene a su vez, dos subvariantes más; al que le interese aprender a distinguirlas le recomiendo que siga el enlace.
Yo en este blog intento usar otro enfoque, el de relacionar las monedas en el margen histórico en el que estuvieron situadas, así como su historia; el breve periplo que tuvieron las 100 pesetas me pareció muy interesante, más en un momento de crisis como la actual en el que mucha gente cree que lo más conveniente es invertir en bullion y monedas de plata y oro como valores de refugio seguros. No es este un comportamiento reciente, nuestra historia moderna está llena de ejemplos; desde la plata y cobre durante la Guerra Civil, el níquel en la posguerra y, de nuevo, en los 70, la plata y el oro.
Los antecedentes directos de las 100 pesetas se remontan a 1946, con el proyecto de una ley de renovación del sistema monetario, de la cual os hablaré en una futura entrada. No fue posible hasta mediados de los 60, en plena época de despegue de desarrollo económico español cuándo el Estado pudo permitirse el lujo de acuñar en plata, se cumplía entonces uno de los viejos sueños de Franco de equipararse a los antiguos gobernadores.
Entre 1966 y 1970 se acuñaron unos setenta millones de monedas de la nueva denominación 100 pesetas de 34mm de diámetro, 19 gramos de peso y una ley de 800‰ en plata, lo que suponía un contenido de 15,2 gramos de plata pura en cada moneda. En un contexto internacional, según la historiografía de Aledón, España vino a sumarse a la acuñación en plata en un momento en el que muchos países empezaban a abandonar esta práctica, Estados Unidos y Venezuela lo hicieron en 1964, Suíza, Francia y Alemania entre 1967 y 1969.
Yo, como simple aficionado, creo que el abandono de la acuñación en plata no sucedió de una manera estricta, la realidad muestra que durante estos años se fue reduciendo el contenido en plata hasta abandonarlo definitivamente cuando se encareció demasiado; por supuesto las acuñaciones en leyes anteriores más ricas de estos países pasaron a ser codiciadas por sus habitantes dada la diferencia entre el fácil y el valor intrínseco. Para comprobar mi idea realicé una búsqueda en el Krause que me proporcionó los siguientes resultados: en 1971 aún existían monedas de circulación ordinaria de 1$ en 400‰ mientras que el dólar canadiense pasó de las 800‰ de las acuñaciones de los 50 y primera mitad de los 60 a una ley de 500‰ en los años 70. Otros países europeos también acuñaron moneda en plata con leyes reducidas, Portugal con 650‰, Holanda con 720‰ y Francia con 900‰ son algunos de los muchos ejemplos que encontré.
Con esto quiero decir que España no fue el único país que amonedó plata en estos años, como tantas veces he leído. Que las arcas se lo pudieran permitir, que todo resultara fruto de una falta de comprensión de los mercados o que fuera una manera de exaltar el régimen daría lugar a una amplia discusión que la verdad sería muy interesante; pero la realidad fue que la explosión del precio de la plata en los mercados internacionales a inicios de los años 70 provocó una reducción del señoreaje y un incremento de los costes de producción, que hicieron necesario cesar cualquier intento de futuras emisiones. Hasta 1972-73 todavía se podían adquirir en el Banco de España y sucursales, por el valor facial de 100 pesetas. Con el incesante incremento de los precios de la plata y la continua devaluación de la moneda se prohibió totalmente su venta al público y empresas, siendo ya únicamente posible su compra para así retirarlas del mercado, aunque la gente prefirió retenerlas y venderlas en empresas de fundición, aunque fuera ilegal, por la ganancia que ello suponía.
De estos años se cuenta la anécdota de que los comerciantes numismáticos visitaban las sucursales bancarias en busca de estas monedas, cuando tenían cierta confianza con el director les ofrecían unas 300 pesetas, cuando por plata ya valían 400 pesetas. El director se embolsaba el extra de 200 pesetas limpias, ya que en la contabilidad del banco, esas monedas mantenían su valor facial.
Muchas piezas se salvaron con este proceder de la desmonetización y destrucción que se llevó a cabo en 1980, cuando la bancarrota en la que entró España urgió su venta a Suiza; irónicamente pasaron de ser un problema en la pasada década a una salvación parcial con esta operación de venta, bastante afortunada para nuestro país, pues desde entonces el precio de la plata volvió a caer estrepitosamente durante 25 años, hasta hoy.
Comentarios
Pienso como tú, durante toda la Dictadura se intentó exaltar el régimen, muchos proyectos se quedaron en nada por razones obvias; la total falta de interés internacional por la España franquista y por el aislacionismo y pobreza en la que vivió el país durante gran parte de ella.
Pero seguramente si la plata no estuviera en máximos durante esos 10 años estas monedas hubieran circulado un poco más, a saber... las de 2000pts fueron retenidas también.
Saludos
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