Todo comenzó una noche en el Londres de 1867 en una cena entre compañeros numismáticos, uno de ellos comentó que ese mismo día un mendigo había contactado con él pretendiendo hablarle de la existencia de una moneda de oro de más de 6cm de diámetro y casi 170g de peso. El numismático que contaba la historia no le dio más importancia que ser resultado de los desvaríos de un borracho, ningún experto conocía de la existencia de una moneda de tal tamaño en toda la antigüedad. Tras la cena uno de sus colegas salió apresuradamente en busca del pordiosero para pedirle que le enseñara la pieza de la cena y conocer su historia; al parecer había sido encontrada por siete personas, de las que cinco habían muerto, los dos supervivientes se la sortearon para ver quién de los dos iría a Europa para venderla. El francés no dudó más, le ofreció allí mismo 1000 libras por la moneda y con ella se conoció el potencial económico de un Imperio aún hoy extraño, el Imperio Grecobactriano.
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Moneda 20-estatera de oro de Eucratides I, símbolo por excelencia del poderío del Imperio Grecobactriano en la Antigüedad. Ejemplar conservado en el Cabinet des Medailles de París. |
Gracias al blog de Monedas Antiguas podemos leer una magnífica entrada sobre esta preciosa estatera acuñada por Eucrátides I y que refleja el esplendor de un Imperio cuya capital Alejandría de Aracosia (hoy renombrada como Kabul) era la cabeza de la Tierra de las Mil Ciudades por las que discurría la famosa Ruta de la Seda y a la que llegaban riquezas provenientes de todos los rincones de oriente y occidente. Agradecer sinceramente a Darío la colaboración y su disposición para la redacción de estas dos entradas. Corresponde a Hnumisma la segunda parte, en la que se narrará el mito del oro de Afganistán, nada mejor que tener en cuenta el glorioso pasado de Afganistán para entender las enormes riquezas que estarían acumuladas.
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Estatera de oro subastada por Triton VIII en 2005, alcanzó un precio de $30000 |
Con el episodio narrado en la introducción, no es difícil imaginar el interés que despertó la región en gran número de arqueólogos. Las primeras expediciones corrieron de la mano del arqueólogo francés Alfred Fucher a principios del s. XX, desgraciadamente sus infructuosos resultados desanimaron a otros arqueólogos a aventurarse en el país; sin embargo, 15 años después unos nativos norteños fueron noticia por haber descubierto un depósito repleto de monedas de plata que fueron depositadas en Kabul. Más tarde, en la década de los 60 el rey Mohammed Zahir Shah de Afganistán declaró haber encontrado las ruinas de una inmensa ciudad en Ai Janum. El mítico oro no aparecía en ningún lado, pero los pocos descubrimientos que se sucedían demostraban la enorme magnitud del Imperio.
En 1979, finalmente, en medio de un tenso ambiente político entre las facciones soviéticas y musulmanes que hacían presagiar una guerra inevitable, se descubrió la necrópolis de Tillya Tepe (literalmente, “La Colina Dorada”), un conjunto de 6 tumbas ricamente decoradas y en las que se encontraron miles de piezas de oro y gemas; espejos de bronce de la dinastía china Jan, colgantes de oro con la efigie de Atenea, peinetas de marfil indio, monedas de oro del emperador Tiberio, del rey parto Gotarzes I o de los budistas son algunos ejemplos de piezas encontradas y que son narradores directos del enorme poder que acumularon las personas allí enterradas.
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Ejemplares del tesoro de Tillya Tepe |
Los ataques sufridos a manos de los radicales islamistas no les permitieron explorar hasta el final, aunque Sariandini, jefe de la excavación, había comenzado el estudio de una séptima tumba y sospechaba que podría encontrar al menos otras tres. Se dirigieron a Kabul con el material encontrado, unas 26000 piezas, para su catalogación y poder así hacer tiempo hasta que la situación política se calmara; no fue así, la situación empeoró y comenzó una guerra entre la URSS y los muyahidines islamistas con apoyo estadounidense que duraría 10 largos años.
Durante la contienda los islamistas aprovecharon para saquear todas las excavaciones en busca de reliquias con las que financiar la guerra contra las fuerza afganosoviéticas, subastas de famosas casas como Sotheby’s o Christie’s de la época muestran cientos de piezas cuyo origen se sospecha era Tillya Tepe. Llegó un momento en que el saqueo se producía de manera continua, del Museo Nacional de Afganistán salían monedas y más monedas destinadas a las subastas de coleccionismo y así poder alargar la guerra. En 1989 las tropas soviéticas se retiraron del país en lo que solamente fue una pausa, pues desde 1992 se desató una Guerra Civil entre los vencedores islamistas, de los que los talibanes acabaron por imponerse, cuyas consecuencias aún duran hoy y todos las conocemos: los Estados Unidos de América han retirado su apoyo al inicial al régimen talibán y, conjuntamente con la OTAN, intentan derrocar y liberar el país del extremismo musulmán.
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Fotografía del presidente Muhammed Najibulá junto a su hermano, ambos asesinados a manos de los talibanes en 1996. |
¿Qué sucedió con el oro en esta segunda guerra? Por extraño que parezca, a pesar del expolio sufrido durante 10 años no llegó a agotar el tesoro descubierto y Mohammed Najibulá, presidente de Afganistán tomó la decisión de esconder el pasado del país junto con 90 millones de dólares en lingotes en el Banco Central de Afganistán a la vez que cerraba las compuertas con siete llaves entregadas a siete personas cuya identidad fue totalmente desconocida para evitar represalias. En 1996 Najibulá y su hermano fueron sacados a rastras de una base de las Naciones Unidas en la que se refugiaban, fue torturado para obligarle a aceptar la reorganización de la frontera con Pakistán y para revelar el destino del oro afgano, al no conseguirlo, fue acusado de traición por venderlo a los rusos, castrado, y arrastrado por un jeep hasta el centro de Kabul para ser ahorcado ante la humillación pública.
Tras la ejecución de un defensor de Afganistán, los talibanes irrumpieron varias veces en el Banco con el objetivo de forzar su cámara de seguridad y hacerse con el oro, en todas ellas fracasaron; finalmente, en 2002, tras la Operación Libertad Duradera y bajo control estadounidense, los siete porteadores fueron reunidos de nuevo y la cámara del banco fue abierta, encontrando en su interior todo el tesoro tal y como el presidente Najibulá lo había dejado. Muchas reliquias fueron destruidas irremediablemente a manos de los talibanes, pero gracias al valor de unos pocos uno de los símbolos del esplendor histórico del país se han mantenido a resguardo en deseo de un futuro pacífico en el que sea posible profundizar en una historia que merece la pena ser conocida y recordada por todos.
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Parque Nacional de Band-e Amir, Afganistán. |
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