No me avergüenzo confesarlo, cuando decidí adentrarme en la moneda medieval lo primero que realicé fue una tabla en la que situar todos los monarcas de los reinos de Asturias, León y Castilla con sus respectivos años de gobierno. No pasó mucho hasta que descubrí que muchos de ellos, veintiocho, concretamente jamás habían acuñado moneda.
Ese “descubrimiento” me sorprendió muchísimo, estamos hablando de un periodo que va desde las últimas acuñaciones del rey godo Rodrigo hasta finales del siglo XII, en tiempos de Alfonso VI, en el que lo veía como vacío de emisiones monetarias, muy desencaminado no estaba, así que la entrada de hoy estará dedicada a un breve repaso sobre la moneda en tiempos del Reino de Asturias.
Con el avance de la invasión musulmana, los reductos en las cumbres del norte occidental habían perdido sus estructuras, tanto políticas como sociales; la inexistencia de moneda era realmente el menor de sus problemas, al verse ahogados por las continuas razzias e incursiones en sus territorios; el repoblamiento de los castros, su amurallamiento y el corte de relaciones con el exterior provocó el reaparición del trueque, sistema que fue el empleado diariamente en las transacciones.
Esto no significa en ningún caso que no hubiera circulado moneda por los territorios cristianos; existen documentos de la época en los que se cita la compra de un buey por un sólido y un tremis o una villa, por 28 sólidos (recordemos que el sólido era una unidad de cuenta conformada por tres tremises en el sistema visigodo). Esta moneda perduró en uso hasta el s. IX, exceptuando zonas de la actual Galicia.
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Tremis de oro de Witiza; acuñado en Cesaraugusta. Fotografía de Áureo y Calicó |
Alfonso II “El Casto”, coetáneo del famoso Carlomagno, sucedió a Mauregato y cortó la política indolente y sumisa seguida por éste; enfrentándose durante todo su reinado a las fuerzas musulmanas; en al menos tres ocasiones envió expediciones a la corte del rey franco, con quien entabló relaciones con la finalidad de obtener apoyos y fuerzas contra el invasor. Estas relaciones trajeron el definitivo abandono del sistema visigodo, en sustitución por el patrón plata desarrollado por los carolingios. Este sistema era mucho más adecuado a la economía del Alto Medieval en la que el poder adquisitivo era muy bajo y el uso del oro, del todo inadecuado. Poco a poco el nuevo sólido argénteo sustituyó al anterior como moneda de cuenta en todos los territorios de Asturias, exceptuando, como se dijo anteriormente, las tierras galaicas que, dada su lejanía y separación del resto del Reino continuaron empleando los tremises visigodos y sus múltiplos hasta bien entrado el s. X.
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Dinero de Carlomagno |
Nunca se tradujo esta política de Alfonso II en la acuñación de moneda propia, adoptando únicamente el patrón carolingio para la documentación y limitándose a permitir la circulación de la moneda del país vecino dentro del territorio conquistado. Esta entrada de moneda tuvo una vía muy importante, el Camino de Santiago.
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Fracción de dinar de la Taifa de Valencia. Fotografía de Áureo y Calicó |
Otro día dedicaré una entrada más profunda a la famosa ruta Xacobea, bien lo merece, por su importancia en el impulso que dio al Reino en unos momentos en que bien pudo haber perecido bajo la cimitarra del Emirato de Córdoba. Por hoy, quede simplemente que la circulación de los peregrinos, muchos de ellos procedentes de territorios francos, introdujo de forma constante la moneda, moneda que sirvió de molde en tiempos de Alfonso VI en la realización de las primeras acuñaciones propias.
La segunda vía importante de entrada de moneda, repito, que nunca se acuñó moneda propia, se dio a comienzos del s. XI en tiempos de Fernando I, cuñado del último rey de León, Bermudo III, después de una serie de convulsos reinados. Fernando I se vio muy beneficiado por las parias, tributos que las taifas musulmanas comenzaran pagando a los reinos cristianos en compensación de la ayuda recibida en forma de protección contra otras taifas enemigas pero que prontamente derivaron en enormes sumas mensuales a pagar si no querían ser invadidos por las propias tropas cristianas (todo es cuestión del matiz que se quiera dar). Durante todo su reinado el flujo de dinero musulmán, en oro y plata, fue tan grande que pudo permitirse el lujo de realizar, a su vez, donaciones a varias congregaciones religiosas, y muy especialmente al monasterio de Cluny, al que envió anualmente 1000 miztcales de oro.
La situación con Alfonso VI, hijo de Fernando I, era la propicia para comenzar las acuñaciones propias, así, tras la conquista de la taifa de Toledo en 1083, se considera que sucedió la primera emisión de moneda por un rey cristiano.
Comentarios
Me alegro que te haya gustado, un saludo y espero seguir viendote, es un placer.
Rubén
Perdona por haber tardado tanto en contestar, estos días blogger está yendo fatal, ayer de hecho no pude ni conectarme.
El artículo que me citas lo he buscado y ya está descargado, muy interesante repaso a las primeras emisiones, aunque con éstas es muy difícil asegurar ni el emisor en ocasiones. Lo guardo para una futura entrada; muchas gracias :)
Rubén
Juan.
Te mando un correo.
Un saludo
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