En 1434 el capitán portugués Gil Eanes consiguió un hito en la historia de los Descubrimientos al ser el primero en conseguir navegar más allá del cabo Bojador (Sáhara occidental). Con motivo de esta hazaña en 1987 se emitió una moneda conmemorativa de 100 escudos en cuproníquel de Ø=34mm, la cual adquirí hace un mes escaso y gracias a la cual aprendí la historia que hoy os cuento aquí.
Este promontorio, también conocido como cabo Não o cabo del Miedo, hacía honor a este segundo nombre, pues hasta entonces cientos de embarcaciones se habían hundido en la zona, creando el mito de que en esa región vivían monstruos marinos. La realidad, aunque más prosaica, nos habla de una geografía de un enorme oleaje con una línea de arrecifes que a 25km del cabo, en alta mar, presenta una profundidad de tan solamente dos metros, por si fuera poco, los vientos de cabotaje predominantes soplan durante todo el año con componente noreste, para después virar bruscamente de dirección, empujando las embarcaciones a través del océano Atlántico hacia un Sur totalmente ignoto, del que sólo se conocía por antiguos relatos árabes que sería una zona tórrida, donde los hombres se tornaban negros, donde había ríos de fuego que descendían de las montañas y donde el mar estaba tan caliente que quemaba las naves.
No es descabellado imaginar, pues, que el famoso lema “non plus ultra” y el fin del mundo se refirieran por entonces a este punto geográfico, que era una barrera más mental que física en la carrera de expansión del mundo conocido y una barrera que durante 9 años se intentó sobrepasar con el patrocinio del Infante Enrique “El navegante”.
Gil Eanes fue audaz, atrevido incluso, gobernando una barca más adecuada para la navegación fluvial que para alta mar, decidió alejarse todo lo posible de la costa, prefiriendo arriesgarse en medio de océano desconocido antes que con la barrera conocida que era el cabo; tan sólo después de un día de navegación por la zona, viró de nuevo hacia el suroeste, entrando de lleno en los nuevos y esperados territorios africanos.
Hoy puede parecernos que Gil Eanes tomó una alternativa simple, una hazaña trivial, pero no debemos olvidar que estamos hablando de una época en la que la navegación se hacía próxima a la costa y a vela; virar contra el viento para regresar a zona conocida era, en muchos casos, imposible, mientras que el tonelaje de los barcos no era desde luego el idóneo para aventurarse en medio del Mar Tenebroso.
Mar Portugués
Ó mar salgado, quanto do teu sal
São lágrimas de Portugal!
Por te cruzarmos, quantas mães choraram,
Quantos filhos em vão rezaram!
Quantas noivas ficaram por casar
Para que fosses nosso, ó mar!
Valeu a pena? Tudo vale a pena
Se a alma não é pequena.
Quem quer passar além do Bojador
Tem que passar além da dor.
Deus ao mar o perigo e o abismo deu,
Mas foi nele que espelhou o céu.
Fernando Pessoa
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