De las tres opciones que Larraz propuso, dos fueron descartadas desde el inicio por el propio autor; ni se reconocería a la peseta republicana con una paridad equivalente a la nacional ni tampoco perdería totalmente su valor; quedando únicamente la opción de emplear una escala que contemplara las equivalencias entre ambas monedas.
Esta decisión, técnicamente correcta desde un punto de vista teórico de la economía se acabó saldando con la pobreza absoluta de gran parte de la población española, que se concentraba preferentemente en la zona republicana como veremos a continuación.
Según avanzaba el año 38 así lo hacían las tropas nacionales, anexionando territorios en una auténtica guerra de desgaste y, mientras la zona republicana adolecía de una inflación galopante, el valor de la peseta nacional estaba más estable; era imposible realizar tal conversión según iba avanzando la conquista y el problema de cambio se decidió posponer hasta el final de la guerra, con la ventaja de que el valor real de la moneda enemiga para entonces sería muchísimo menor de continuar el crecimiento inflacionario, suceso prácticamente seguro.
El 13 de octubre de 1938 se aprobó la Ley de suspensión de determinadas obligaciones de pago de dinero nacidas bajo el dominio enemigo (la famosa Ley de Bloqueo) con la que se regularizaba el bloqueo de las cuentas bancarias comenzadas ya el 1937 y las obligaciones de las entidades de crédito con el gobierno republicano. Para complicar más la situación, estaba totalmente vigente un decreto-ley fechado el 12 de noviembre de 1936 que promulgaba la invalidación de cualquier billete del Banco de España de la República cuyo número de serie indicara que fuese emitido a fecha posterior del 18 de julio de 1936, siendo totalmente nulos, por tanto, nuevas emisiones o series con las que el bando republicano intentó solucionar la carestía de monetario en sus territorios.
Fue una situación insostenible durante dos largos años para más de la mitad del territorio, que de un día para otro se vieron condenador de forma indeterminada, todos sus ahorros bancarios estaban congelados, y la decisión de cambiarlos por dinero republicano supondría la automática pérdida de su valor. Leyendo otros blogs me encontré con historias desgarradoras como campesinos que habían comprado un par de pianos, pensando que mejor un bien tangible antes que un montón de papeles que no valdrían absolutamente nada; y, por supuesto, con ladinos personajes que, aprovechando la desesperación de la gente, compraron posesiones enteras a precios de saldo con dinero legal. Todo ello contribuyó sobremanera al incremento de la inflación en zona republicana.
No fue hasta mediados de 1939, ya acabada la guerra, cuando Larraz, desde el Ministerio de Hacienda, decidió comenzar a resolver este problema, aunque hasta diciembre del mismo año no se comenzaron a suceder los primeros desbloqueos de la forma que sigue:
- Para billetes anteriores al 18 de julio de 1936 se respetó su valor íntegro, siendo canjeados por nuevos diseños.
- Toda la masa monetaria (unos 13000 millones de pesetas) con números de serie posteriores al 18 de julio y todas las nuevas emisiones quedaron sin valor alguno. A este volumen hubo que añadir los vales locales y emisiones de emergencia, siempre prohibidos por ambos bandos.
- Las cuentas bancarias se desbloquearían aplicando un coeficiente reductor, de tal forma que todo ingreso entre fecha de 19 de julio de 1936 y 31 de octubre de 1936 se le aplicaría una devaluación del 10%, con sucesivos incrementos hasta que llegar a un 95% para aquellos ingresos posteriores al 1 de enero de 1939.
- Se estipuló que “gozarán de preferencia los titulares empresarios sobre los no empresarios” y sobre los que se les intentó una conversión paritaria lo más satisfactoria posible a costa del resto de cuentas bloqueadas. Si aún con ello no se estuviera satisfecho se permitía una “revisión compensatoria”.
- Una vez desbloqueadas las cuentas se decidió quien tenían y no derecho a recuperar el dinero, de tal forma que la adscripción política era un punto a tener en cuenta. El haber participado de forma voluntaria con la República suministrando vehículos, explosivos o material de guerra, era motivo para perder todo derecho en cualquier reclamación, pasando ese dinero a un fondo común llamado “desbloqueo de improtegibles”. Los deudores de este dinero debían demostrar haberse visto coaccionados en la venta, con lo que en la práctica muchas de estas deudas quedaron totalmente anuladas.
Había pasado casi un año desde el final de la guerra, y las consecuencias fueron terribles para miles de personas, el propio Larraz cifró como improtegibles unos 3000 millones de pesetas particulares y 6000 para entidades de crédito.
Y aunque más de uno pensó ser el más inteligente y se dedicó a guardar todo el circulante que pudo en plata de los gobiernos anteriores, la ley el 20 de enero de 1939 había privado de curso legal a todas las monedas de plata, obligando, bajo la amenaza de duras penas, a su devolución y sustitución por monedas de cuproníquel para poder pagar la reconstrucción del país.
Gráfico 1: evolución de la inflación de la peseta nacional durante
la Guerra Civil y los años de la Posguerra
Comentarios
Muy interesante también el tema que a los empresarios si que se les ayudó, los que movían el capital y a los campesinos/obreros no (más afines a la república)
yo lanzo una pregunta al aire, consideráis que si el dinero republicano hubiese sido cambiado por el nacional apartir del año 39 España hubiese mejorado económicamente? o consideráis que la decisión tomada fue la acertada aunque no la mas moral?
obviamente no se puede saber pero me gustaría saber la probabilidad, o quien entienda de economía que hable al respecto.
gracias de antemano.
Jesús Martínez Reneo
Esta pregunta intento responderla en los primeros párrafos; la elección económicamente fue correcta, moralmente discutible. Voy a dejar para una futura entrada la economía de la España republicana con la que sea posible comparar pero adelante que la inflación sufrida en los territorios contrarios a la rebelión fue una hiperinflación similar a las sufridas por la Alemania de Weimar, Grecia o Yugoslavia (aunque muchísimo menor, todo hay que decirlo). Se contempló la alternativa de hacer una paridad 1:1 pero el poder de la peseta en el mercado internacional sería practicamente nulo.
Tras la Guerra Civil España comerció mucho con Alemania, llegando a prácticamente invertir la deuda que tenía gracias a las exportaciones de alimentos y material de guerra; la fuerza de la peseta nacional ayudó mucho a ello, y piensa que aún así el pais estaba totalmente empobrecido, totalmente.
Moralmente... es otro tema.
Un saludo
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